le poème de l'angle droit

Lo que me arrastró ayer a la conferencia en torno a le corbusier en el círculo fué la pronunciación de juan miguel hernández león. Y lo justifico, dice villa savoie como nadie. Había aplazado la visita a la exposición en torno a le poème de l'angle droit sólo por ello, descubrimiento y reencuentro a la vez, emoción a tubo, la misma sensación candorosa de cuando las clases de composición en la escuela oye, igualico. Aparte del valor de la obra plástica expuesta, lo que se siente al ver esos dibujos preparatorios, esos collages, esos papeles con esas rugosidades por el contacto con las tintas, las acuarelas... es algo que sólo el directo transmite, no digo más. Comenzó jmhleón ejerciendo de anfitrión como presidente del círculo. Como arquitecto ante los focos informativos de la actualidad dijo que no se tocaría el tema prado-recoletos. Como doctor arquitecto, catedrático... o persona humana, no sé ya, desarrolló un discurso embobante, con el libro del poema visto como obra teórica, plástica y poética. Los objetos-tipo de lo cotidiano y los elementos orgánicos. La persecución de la intensidad poética de le corbusier. El ángulo recto como herramienta invariante de referencia. Los diagramas conceptuales, lo cíclico, el día y la noche. El paseo por las intimidades de la villa savoie sí, manifiesto teórico corbusieriano (cómo me gustó ésto). La confrontación que hizo entre la asamblea de chandigarh y el altes museum de schinkel en berlín. Y el porqué de la sombra de la mano abierta... vamos que estuvo intenso y entretenido, que no es fácil eso.
Se preparaba jean-louis cohen, el segundo conferenciante y en el entretanto salí a la caza de la edición pack catálogo+le poème de l'angle droit, una belleza de librobjeto. Lo de caza lo digo a conciencia porque me llevé el penúltimo. El último pack objeto de deseo se exhibía en el escaparate, masqué la tensión que se creó y escapé de allí, topándomoi con luisa.decuenca con camisa negra abierto el pecho estilo patriarca.
Interpreté un exceso de cotilleo en el disurso de jean-louis cohen, que si le corbusier no sé qué de lo de... que si sus pupilos podría ser que tal... que si los edipos de noséquién que... que noséquien tiene cosas de... vaya que me encontraba cansado y no le seguí ya mucho el hilo.

entre el ojo y la forma

hay un abismo

en el que puede hundirse la mirada.